jueves, 23 de julio de 2015

Sin mi Pepito Grillo


Porque el corazón no entiende de razón. ¿Cuántas veces nos podemos enamorar y saber que no es bueno para nosotras? Saber racionalmente que no lo necesitas para ser feliz, que no deberías, pero que a la primera mirada sucumbirías; que tu tarjeta de crédito  estará atormentándote cual Pepito Grillo todas las noches hasta que te pasasen el cargo.

Hay que ser sinceros, cuando llegan las rebajas es como si al Pepito Grillo de nuestra tarjeta de crédito le hubieran pegado tal golpe que no se enterase en realidad de lo que sucede por la cantidad de estrellitas que giran alrededor de su cabeza. 25 euros  en 3 camisetas básicas supernecesarias para la temporada; unas bailarinas de piel el último número que es el mío y por 20 euros fundamentales para el armario zapatero, luego necesitas calzado para ir a trabajar y ¡mejor podrías ir descalza que con lo que tienes en el armario!, y qué precio!; un bolso de fondo de armario por 60 euros, lo que digo ¡una ganga!

Entramos en otra tienda más en rebajas, ya sea por el calor que hace fuera o bien porque esa tormenta de verano no te permite ir a la playa. Y que pasada, te vuelves a enamorar, ¡cómo no! Es un earcuff a mitad de precio con el que vas a lucir estas vacaciones sin necesidad de esforzarte en cualquier fiesta.

Esperemos que el aturdimiento de Pepito Grillo se le pase rápido (crucemos los dedos), porque sino voy a terminar como Rebecca Bloomwood, cosa que preferiría no sucediera, pero... mira ese maravilloso bikini para cuando pase la tormenta, creo que es un must para cuando pueda ir a la playa.


martes, 14 de julio de 2015

Girls Just Wanna Have a Dream

¿Cuántas veces nos despertamos con un sentimiento de precipitación? ¿Es esa la sensación de que algo genial va a ocurrir? Ya sabes que tienes una fiesta ese día, y lo tienes todo listo: unas sandalias de Ivanka Trump que te hacen sentir como una princesa del Upper East Side, un vestido que te lo compraste en rebajas y es el mejor que tienes en el armario de un corte clásico atemporal.

En tu clutch llevas esa barra de labios que te da confianza, con la que te sientes como Lauren Bacall en Casablanca lista para pedir que vuelvan a tocar esa canción que tanto te gusta. Porque aunque no sabes exactamente la razón, sabes que esa noche algo bueno va a suceder; puede que el amor toque tu puerta, o simplemente disfrutes con tus amigos como una niña pequeña.

Vas vestida y peinada como una estrella. Es cuando llega ese momento por el que has estado notando la precipitación todo el día, y es que te das cuenta de que ese chico que tanto te gustaba en principio era un enamoramiento tonto; porque es entonces cuando ese chico que en realidad no te gustaba te empieza  a hacer perder la cabeza ya que no se separa de ti en toda la noche y lo único que quiere es que te rías con él, te hace bailar y dar vueltas por toda la pista.

Tus amigas se encuentran contigo en el baño,  ¿en que otro lugar sino? Están listas para analizar como va la noche hasta ese momento: es mono, parece que se esta esforzando en que esa noche sea la primera noche de muchas noches perfectas bailando en la pista de baile rodeada por sus brazos. No sabes el por qué de esa sonrisa tonta en tu cara, sigues diciéndote que no te gusta, que es simpático pero... ya está, que no te mareen.

Te deja un rato con tus amigos con los que bailas esas canciones locas que tanto te gustan de Cindy Lauper y Madonna. No obstante, como es un perfecto caballero, te acompaña hasta la puerta de casa y se despide de ti como Lord Darcy lo haría de Elizabeth Bennett, porque si quieren que te enamores se tienen que esforzar. 

Cuando te quitas al final los tacones al entrar por casa notas que ese es el inicio y cruzas los dedos porque ese sueño no se termine cuando te quites el maquillaje de esa noche en la que has sido una cenicienta moderna y tu príncipe no salga sapo.





viernes, 10 de julio de 2015

Because you're all I ever longed for...

El cabello desordenado con una corona de flores comprada en otro momento y tiempo en Candem; mientras que te tapa la cara con destellos dorados de tu pelo por la influencia de ese sol color melocotón estival. Esos anillos que compraste en un pack en una tienda para lucirlos como una estrella de la música.

Esos puestos de camisetas, chapas, merchandising de los grupos que tocan. Stands en los que te venden zapatillas y playeras y te regalan waffles. Promociones de coches y karaokes para que nadie más que tu sea la estrella del festival. Porque en ese momento te sientes como una super estrella en cualquier photocall que tienen preparado y tu estás lista para posar y reírte.

Esa pizza que comiste entre dos conciertos mientras que te reías de algo que unos chicos ingleses o de cualquier nacionalidad te contaban, completamente inverosímil con la idea de hacerte reír y que pensases lo geniales que eran; y dirigirte hacia el siguiente concierto de ese grupo mítico que suena en tu playlist favorita.

Pero lo mejor todavía esta por llegar; queda todavía el mejor de los conciertos, el cabeza de cartel. Porque son los Mumford & Sons, y Marcus Mumford y su banda va a hacer que te enamores y recuerdes esa noche para siempre. Ese primer momento en el que las luces del escenario se enciende y suena la primera nota, y no es más que Snake Eyes y empiezas a cantar a todo pulmón; sabes que mañana tienes boletos de estar afónica, pero no importa; cantas y bailas en el reducido espacio que tienes frente al escenario.

En ese momento sucede todo, suena esa canción: la del concierto esperado, la del grupo adorado y justo durante el solo de guitarra todo encajaba. Es la última hora del día, detrás del escenario el sol se estaba poniendo, bailabas a la vez que el bajo de tu vestido ondeaba. Porque es ese el momento es en el que las películas empiezan y estás por convertirte en la actriz protagonista.



miércoles, 8 de julio de 2015

Tu Música éPica

Hay mañanas en las que me despierto con el cantar de los pajaritos y pienso en lo afortunada que soy,  tengo una gran familia y unos buenos amigos. Tengo la posibilidad de viajar y de conocer el mundo; se me brinda la oportunidad de vivir en Londres en otoño.

Pero a veces no somos tan positivos y pensamos en problemas acuciantes en nuestra vida de autorrealización. Problemas que pueden absorber horas y horas de nuestro tiempo, problemas que no lo son realmente. ¿El largo de mi vestido es el correcto? ¿Cuándo me han mirado en la puerta era con asco? ¿Ni siquiera importo tanto como para que me miren con una sonrisa? No debería haberme comido ese pastel. ¿Cómo puedo tener el pelo tan desastroso hoy?

Miles son las tonterías por las que perdemos el tiempo: chicos, ropa, cotilleos... Y a veces perdemos lo que de verdad importa de vista. Los momentos cruciales de nuestra vida, esos que te quitan la respiración; esos momentos que revives en tu memoria sin cansarte todas las noches antes de dormirte; aquellos que hacen que tu vida de un giro radical.

No entiendo porque en ocasiones no nos fijamos en esos momentos y los dejamos pasar, por lo que después se nos difuminan en la mente y no los podemos recordar con todo lujo de detalles. Para eso a veces nos ayuda la música, esa canción que nos hace revivir y volver a sentir puede que ese verano que marcó un antes y un después en nuestra vida, esa canción que sonó la última noche al terminar exámenes, esa melodía que sonaba ese anochecer frente a la playa en la radio del coche

El caso es que la música está asociada a nuestra vida de forma inevitable; como las abejas se acercan a las flores en primavera. Canciones míticas de The Clash, Los Ramones, The Beach Boys; o más modernas como The Avett Brothers, The Shins o The Mowglies. Esa música que nos emociona, nos hace más fuerte y en definitiva nos hace quienes somos.

viernes, 3 de julio de 2015

Un Tono Blanco Nuclear

El blanco es un color precioso, y un vestido blanco es fantástico; aunque al principio del verano no quede tan bien debido a la palidez, y es que si me veis lo podéis entender. No obstante, aunque yo sea la pálida de mis amigos (o "nórdica"), siempre hay quien me sorprende y es todavía más blanco: blanco nuclear.

Para los que somos tan blanquitos, es fundamental protegerse la piel del sol, y no solo por la posibilidad de un cáncer (que es fundamental); y es que las quemaduras no son bonitas y estropean la piel con rojeces, despellejados, irritaciones... Para que no pase esto, poco a poco debemos de ir exponiéndonos al sol y sobretodo con protección; salir a correr en shorts es ideal para ello, por ejemplo.

Otra de las cosas geniales del sol, sin contar el quitar el color musgo de la piel, es como aclara el cabello. Ver como tu pelo se aclara de forma natural con el sol y el salitre, bueno y no nos olvidemos de como nos alegra. La luz hace que muchas depresiones desaparezcan y lo que ante nosotros se presenta como un futuro negro se llene de luz y nos deslumbre y necesitemos un bonito par de gafas para enfrentarnos.

Si es que al final del día todo tiene solución; y si no es así, es simplemente porque algo mejor nos depará. Tenemos que estar atentos a las posibilidades que se nos abren y abrazarlas agradecidos con dicha y ¿por qué no con un poco de estilo? Puede que unas bonitas sandalias ayuden en el recorrido.



miércoles, 1 de julio de 2015

Lágrimas de Despedida


La peor parte de marcharse son las despedidas. Y la peor parte de las despedidas es cuando no es posible despedirse o la despedida es un poco escueta. Desde los diez años más o menos fue cuando empece a llorar al decir adiós.








La primera vez que recuerdo llorar por una despedida fue un verano. Ver que mis amigos se iban y que tardaría un año en volver a verles. Pero las despedidas se comienzan a complicar cuando creces; cuando al fin te das cuentas que de que una despedida puede ser definitiva por una u otra razón.





Es algo que me puede; es lo mismo que sepa que en el futuro próximo vaya a suceder algo asombroso. Da completamente igual que en septiembre les vuelva a ver, o que en otoño esté por las fabulosas calles de Londres viviendo nuevas experiencias y conociendo gente nueva.



 

Porque en el fondo de mi, sé que es algo que no volverá. Sé que de alguna manera ya no volveré a ser la misma; gracias a lo que he vivido y con quien lo he compartido he crecido, he aprendido y ahora puede que me conozca un poco más.




En definitiva, lo que importa es compartir el camino; y aunque decir adiós duela, siempre quedan esos recuerdos en la memoria. Momentos y cotilleos perdidos en el pasillo, fiestas improvisadas, cenas caseras, meteduras de pata y sobretodo el sentimiento de la amistad. Por lo que decir adiós es decir gracias; gracias por compartir esos momentos conmigo y espero que los recordemos siempre.

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