

Me doy cuenta de que bien puedo vivir sin salón, porque en cuanto que tengo una oportunidad me voy a la National Gallery a ver la sala de los impresionistas a ver ese cuadro maravilloso de Sisley, pero el que de verdad me quita la respiración es ese cuadro de Monnet, en el que parece que los nenúfares van a salir del lienzo y las hojas del sauce del otro cuadro se mecen con la brisa del viento que surge en mi mente como si estuviera en la más moderna de las salas de cine IMAX.
Noto que estoy en Londres, el fin de semana pasado salí por Shoreditch y fui a ver una exposición de fotografía que me conmovió e inspiró pero, por desgracia, me dejé la cámara de fotos en casa y me tuve que conformar con el móvil en el que me quedaba poca memoria, porque no quiero borrar esas maravillosas fotos que aprovecho a ver en cualquier ocasión.
Aunque estoy viviendo "a todo lujo", como dicen en casa, me doy cuenta de que hay momentos que te gustaría compartirlos con quien no es posible y puede que haga que ese día de lluvia elija ir a esa librería. Esa que tiene la cafetería tan agradable en la que puedes revisar diferentes libros; y elija esos libros que sobre Londres para que cuando salga el sol tenga una lista interminable con sitios que visitar y crear nuevos recuerdos.
Porque noto de que estoy creando momentos inolvidables, voy a charlas de Bernanke, a ver como Kylie Minogue enciende las luces de Oxford Street de Navidad, voy de paseo por Jubilee Gardens y me cruzo con la actriz que hizo de Luna Lovegood en Harry Potter y una mañana cualquiera voy a visitar el ayuntamiento de Londres a ver a Boris Johnson contestar unas preguntas.
En definitiva, Londres mola y no quiero que se termine mi estancia en esta ciudad que es alucinante, donde la universidad es un lugar estimulante intelectualmente y tengo mil cosas por hacer.